A don Benito Juárez
Extraída del libro "La Gobernadora de Palacio" de Guillermo Prieto
Llegamos a Veracruz de noche, el señor Zamora tenia dispuesta una casa de lujo para las personas del gobierno; la sección correspondiente al señor Juárez, como era natural, era la mejor, pero la primera noche que nos quedamos allí, hizo el mismo señor Juárez un cambio ordenando que el señor Ocampo y yo quedásemos en sus habitaciones y el pasó a las nuestras, que tenían inmediato el baño, porque el mismo en Veracruz que en el Paso del Norte, se bañaba diariamente el señor Juárez, que era sumamente aseado.
La jarochita que gobernaba la casa no supo este cambio, así es que al siguiente día de nuestra llegada, pidió agua el señor Juárez y algo que necesitaba, la salida del hombre a la azotehuela, sin traza o lo que se quiera, produjo enojo en la gobernadora de palacio y dijo: "¡Habrá impertinente! sírvase usted si quiere". Juárez se sirvió con la mayor humildad.
A la hora del almuerzo llego Juárez a ocupar su asiento, la negrita lo vio, reconoció al que al que en la mañana había creído un criado... y haciendo aspavientos y persignándose se salió corriendo y diciendo la barbaridad que había cometido. El señor Juárez rio mucho, y Dolores fue confirmada como excelente servidora.
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