25 de noviembre de 2010

La increible historia del folleto invisible


Hace un par de semanas se dio una situación en Tijuana que todavía no acabo de digerir.

Eran casi las cinco de tarde de un viernes, hora en que “suena la campana” para los alumnos del turno vespertino de las escuelas primarias públicas. Hora en la que muchos regresan a sus casas después de cumplir con su horario de oficina, o la segunda tanda en las maquiladoras, en fin, hora en la que hay mucha gente transitando por la calle, y sobre todo padres de familia que van con o por sus hijos a la escuela.

A esa hora aproximadamente unos 50 agentes (25 en cada sentido de la concurrida avenida), sin uniformes, encapuchados y fuertemente armados, distribuían un “folleto”: “con la mano izquierda me entregaban el folleto y con la derecha sostenían un arma larga”, me explica un testigo.

Aunque estos retenes son ya una práctica común en ciudades como Tijuana, yo no termino de acostumbrarme y en este caso específico, agregando los factores “encapuchado y folleto” en la misma ecuación, no entiendo cómo se puede sujetar a la población a un proceso cuyo efecto en la cotidianidad de cualquiera pudiera expresarse así:

Primero el impacto de ver un comando de “encapuchados” altamente armados, después la obligación de detenerte el tiempo suficiente para no perder detalle de sus pintas y sus armas, y como fondo de la confusión y sentimientos encontrados que provocan estas escenas, la duda siempre latente de si estos serán los “buenos” o los “malos”, si me va a tocar una emboscada, si me bajaran del coche delante de mis hijos. Y al final del numerito y la entrega del dichoso folleto, el dilema: ”¿Cómo le explico esto a mi hija?”

El “folleto” es un tríptico que en su portada lleva la imagen de un medio plano (del pecho hacia arriba), de una persona con el rostro cubierto por un pasamontañas, vestida de negro y apuntando con una pistola (en este caso da la impresión de apuntar la pistola a quien lo lee, tal como se ve arriba). Curiosamente el modelo en la fotografía coincide con el “tipo” que entrega el panfleto esa tarde en la Glorieta del Instituto México.

Hay varias cosas que llaman enormemente la atención :

· ­¿Por qué ningún medio reportó el operativo?

· ¿Por qué no se escucharon quejas de padres preocupados por la violencia visual de este operativo, sobre todo cuando éste se realizó a unos cuantos metros por lo menos tres escuelas primarias?

· ¿Por qué no hubo una sola voz crítica que se molestara en hablar de este folleto?

Habrá quien piense que ante la ola de terror por la que atraviesa México, y todos los problemas que tenemos que sortear a diario, ¿quién demonios tiene tiempo para preocuparse por un maldito folleto?

La cuestión es que no se trata de un “maldito folleto”, sino de quién emite el folleto, qué dice el folleto y la forma en qué se entrega el folleto.

Texto tomado del blog TIJUANA BLUES... CONTINUA AQUI

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