
El llanto de la mujer de 76 años de edad, que en un año ha perdido a cuatro hijos, todos ellos asesinados, estremeció y consternó a los amigos, activistas y derechohumanistas, que le han mostrado apoyo desde que sus hijos fueron secuestrados el siete de febrero en El Valle de Juárez.
La mujer, Sara Salazar Hernández, fue cobijada por sus hijos y nietos, y observada en silencio por decenas de agentes federales y estatales que formaron un cerco de seguridad en el cementerio.
Minutos después y sentada frente a la tumba, observó cómo poco a poco fueron descendiendo los ataúdes en medio de las consignas lanzadas por los activistas sociales: “Que vivan los Reyes Salazar y muera el Gobierno criminal”.
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