18 de julio de 2010

A don Francisco I Madero



En mil novecientos diez
Madero fue encarcelado
en Palacio Nacional
el dieciocho de febrero.

Cuatro días estuvo preso
en el salón de la Intendencia
porque no aceptaba
renunciar a la presidencia.

Entonces Blanquet y Díaz
lo martirizaron ahí;
ellos fueron los verdugos
que así saciaban su odio.

Ellos lo golpeaban
hasta que él se desmayaba,
con lujo de crueldad
para hacerla renunciar.

Luego con hierros candentes
lo quemaron sin piedad.
Y sólo se desmayaba;
nada le hacían las llamas.

Pero todo fue en vano,
por su enorme valentía,
porque prefería morir;
¡Qué gran corazón tenía!

Este fue el fin de la vida
de aquél que era el redentor
de la República indígena
y del pueblo, salvador.

Lo sacaron de Palacio;
En un asalto murió,
dijo Huerta con cinismo,
pero nadie le creyó.

¡Oh!, calle de Lecumberri
ya se acabó tu alegría,
pues por ti pasó Madero
rumbo a la Penitenciaría.

El veintidós de febrero
siempre se recordará;
La Virgen de Guadalupe
y Dios lo perdonarán.

Adiós. mi México lindo,
donde Madero murió;
adiós, adiós al Palacio
en que el apóstol cayó.

¡Señores no hay nada eterno
y no hay nada sincero;
vean lo que le pasó
a don Francisco I. Madero!

No hay comentarios:

Publicar un comentario