A sus 28 años, Gándara es desde hace varios meses la única agente que protege a los 9.000 habitantes del pueblo de Guadalupe, fronterizo con Estados Unidos y donde operadores de un cártel de la droga delinquen con descaro.
Guadalupe es también vecino del pueblo Praxedis Guadalupe Guerrero, que hace un mes nombró como jefa policial a otra joven, la universitaria de 20 años Marisol Valles, en un caso que cobró atención internacional.
Pero Gándara prefiere no ser comparada con Valles, quien dijo que ante la imposibilidad de enfrentar al crimen organizado se centraría en trabajos sociales, y tiene claro que su responsabilidad sí es intentar hacer valer la ley.
"Yo sí soy policía. No estoy aquí para hacer labor social o humanitaria. Yo soy la única policía del pueblo, la autoridad", subraya en su despacho a la AFP.
En Guadalupe, a 60 km de Ciudad Juárez, sólo estuvo de paso el despliegue de miles de soldados y policías federales que desde hace más de dos años trata de contener la violencia derivada de un enfrentamiento entre dos cárteles de la droga en la urbe fronteriza con El Paso (Texas).
Cuando Gándara entró a trabajar como radioperadora en la policía municipal a mediados de 2009, el cuerpo contaba con una decena de agentes. Poco después empezó la ola de violencia en la zona y Gándara tuvo que trabajar sobre el terreno ante los ataques que empezaron a recibir.
"De mis 10 compañeros, unos renunciaron y a otros los mataron. Aquí nadie quiere 'entrarle' a policía y además tampoco hay presupuesto", lamenta.
Más de 2.700 personas han sido asesinadas este año en la región del valle de Juárez, donde se ubica Guadalupe, una zona utilizada por los traficantes de droga para pasar a Estados Unidos.
En Guadalupe, al igual que en Ciudad Juárez, también ocurren balaceras, quema de casas y secuestros.
Habitantes de este pueblo fueron baleados a fines de octubre por un comando armado cuando regresaban a casa en tres autobuses de su empresa, una maquiladora estadounidense de autopartes, y tres mujeres y un hombre murieron.
En miles de pueblos mexicanos los policías municipales, escasos, mal armados y con sueldos irrisorios, terminan por ponerse al servicio de narcotraficantes, reconoce el gobierno, que desde 2006 involucró al ejército y la marina de guerra en una ofensiva contra los siete carteles que operan en el país que deja hasta ahora 28.000 muertos.
Gándara, soltera y sin hijos, asegura que no recibe dinero de los narcotraficantes.
"Muchos dicen que la policía es corrupta y que el 'narco' les da dinero. Yo no entro en ese juego porque sé que así como llega el dinero fácil también la muerte llega rápido", afirma, admitiendo al mismo tiempo tener miedo, "como todos aquí".
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