18 de diciembre de 2010

A trece años de la masacre de Acteal y seguimos igual

El 22 de diciembre se cumplen ya 13 años de la masacre de Chenalhó... a diferencia de las masacres actuales, aquella fue por mostrar un ideal y fue financiada por el estado... si te interesa saber mas... cito un fragmento de CHIAPAS LA REBELION INDIGENA DE MEXICO, de Carlos Montemayor

"...El 22 de diciembre (de 1997) en el municipio de Chenalhó en Chiapas, en una comunidad llamada Acteal, se habían concentrado los desplazados conocidos como las Abejas, atentos a los rumores de que preparaba un ataque contra ellos un grupo paramilitar de la comunidad de Los Chorros, al que había armado el presidente municipal de Chenalhó, Jacinto Arias Cruz. Se concentraron desde las primeras horas de la mañana en la ermita del lugar, un galerón de madera con techo de lámina y piso de tierra firme. Para evitar el enfrentamiento, muchos hombres se habían retirado y habían quedado en su mayoría mujeres, niños y ancianos, desplazados a lo que difícilmente alguien se propondría atacar. A las diez treinta de la mañana se encontraban de rodillas, rezando, en la ermita de Acteal, cuando comenzaron a oírse disparos. Se aproximó al lugar un contingente paramilitar, con uniformes color negro, pasamontañas y armas de alto calibre. Eran individuos de las comunidades de Los Chorros, Puebla, Chimix, Quextic, Pechiquil y Canolal, que se habían transportado en camiones de los conocidos como de tres toneladas. Comenzaron a disparar, a mansalva, por la espalda, sobre los desplazados que rezaban; al huir, la gente iba cayendo en el camino y en la barranca. Durante seis horas el contingente paramilitar disparó y ultimó con machetes a algunas víctimas. Hacia la una de la tarde el vicario de la Catedral de San Cristobal, Gonzalo Ituarte, llamó por teléfono al secretario de Gobierno de Chiapas, Homero Tovilla Cristiani, para informarle de una fuerte balacera en Acteal y pedirle su intervención inmediata. Homero Tovilla dijo no saber nada. A las seis de la tarde llamó al vicario para notificarle que la situación en Acteal estaba controlada, que se habían escuchado unos cuantos tiros y que había cinco heridos leves. Cerca de las nueve de la noche llego a la Catedral de San Cristobal uno de los sobrevivientes de nombre Vicente, a dar detalles de la masacre, dijo que habían pedido auxilio a policías que acampaban cerca del lugar y que ellos respondieron que "no era de su competencia" y no intervinieron. La Cruz Roja supo a las ocho de la noche que había enfrentamientos en el municipio de Chenalhó. Movilizó tres vehículos para el reconocimiento de la zona y se hallaron cuerpos sin vida en un barranco, otras seis unidades de la Cruz Roja se integraron durante la noche a las tareas de rescate. El informe presentado por la Cruz Roja la mañana del siguiente día arrojo un total de 45 cadáveres, un bebé, 14 niños, 21 mujeres y 9 hombres. La agresión de los paramilitares priístas del municipio de Chenalhó había dejado 45 muertos, 25 heridos y cinco desaparecidos. La Policía de Seguridad Pública llegó cerca de las cuatro de la mañana al lugar de la masacre. Por las pesquisas de la Procuraduría General de la República (PGR) y de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) se sabría después que esos policías enviados por las autoridades del gobierno de Chiapas, se proponían desaparecer los cadáveres y eliminar las evidencias de la masacre. El 7 de enero de 1998, ya en su calidad de ex gobernador de Chiapas, Julio Cesar Ruiz Ferro, declaro ante el Ministerio Publico Federal: "Que el 22 de diciembre, aproximadamente a las 13:00 horas […] fue informado por el secretario de Gobierno que había recibido una llamada de Gonzalo Ituarte […porque…] en el municipio de Chenalhó había problemas, que el propio secretario de Gobierno le informó que ya había girado instrucciones al coordinador general de Seguridad Publica del estado para que se verificara dicha información y que el reporte que se había presentado era "sin novedad"… El 11 de enero de 1998, la PGR difundió un boletín de prensa relevante, porque comprobaba lo que era sabido, que la policía estatal protegía a los grupos paramilitares "…Felipe Vázquez Espinoza, comandante de la Dirección General de Seguridad Pública del estado… reconoció su participación en los hechos [y que] se debía a las órdenes que a su vez había recibido de la superioridad, ya que cuando reportaba estos incidentes [civiles con armas o municiones y robo de café] se le instruía verificar si las personas armadas detectadas pertenecían o no al PRI y que en caso de que se tratara de militantes de dicho partido, los dejara en libertad.

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